Lunes 15 de noviembre de 2004
Caminos
732, 733, 728, 731
Lucas 2, 49-50; 3, 10-14
Hoy no pude orar, pues nos fuimos con Sylvia Regina temprano a misa y
al lanzamiento de los “Cercos de Jericó”, por “La Paz de El Salvador.” Después de misa me fui a orar al
Santísimo y me fui temprano a la oficina, me hacía una gran falta escuchar al
Señor platicar con El. Me sentía solo y necesitado de su
compañía. Toda la mañana pasé esperanzado en El y pidiéndole su consejo para
saber que decir al personal.
Al llegar después de almuerzo, me dijo del libro de Caminos: 732 Oh Jesús, descanso
en Ti. 733 Confía siempre en tu Dios. El no pierde batallas. 728 Toda nuestra fortaleza
es prestada. 729 ¡Oh Dios mío, cada día estoy menos seguro de mí y
más seguro de Ti! 730 Si no le dejas, El no te dejará. 731
Espéralo todo de Jesús: tu no tienes nada, no vales nada, no puedes nada. El obrará, si en El te abandonas. Y entonces comprendí o El me iluminó,
que debo confiar en El y seguir esperando; que El proveerá.
Por la noche fuimos a la reunión de los “Cercos de Jericó” a
orar. Se me pasó el tiempo y me
hizo falta estar con El, escucharlo.
Estuvimos rezando por dos horas, pero me hizo falta platicar con El y al
final me acerqué a El a orar en silencio; sólo El y yo y la Virgen Santísima,
que ahí estaba, me dijo: 49 El les contestó: “Y
por qué me buscan? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre? 50
Pero ellos no comprendieron esta respuesta. 3, 10 La gente le preguntaba: ¿Qué debemos hacer?
11 El le contestaba:
“El que tenga dos capas, que dé una al que no tiene y el que tenga de
comer, haga lo mismo. 13… No cobren más de lo establecido. 14
No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con su sueldo. Me fui a dormir sin comprender lo que
me quiso decir y pidiéndole su iluminación mientras dormía.
Martes
16 de Noviembre de 2004
Isaías
52, 9-14
9
¡Despiértate, despiértate con toda tu fuerza, brazo de Yavé! Despiértate como pasó antes, en los
tiempos. ¿No eres tú quién
destrozó a Rabab y traspasó el dragón? 10 No eres tú el que sacó el
mar y las aguas profundas e hiciste del fondo del mar un camino para que
pasaran los que rescatabas? 11 Así volverán los que ha salvado
Yavé. Entrarán en Sión entre gritos
de alegría, una dicha imperecedera hará brillar sus rostros. ¡Alegría y
felicidad los acompañarán y lejos quedarán las penas y los suspiros! 12
Yo, yo soy el que te consuela. ¿Por qué tienes miedo a los hombres que mueren,
a un hijo de hombre que desaparecerá como el pasto? 13 Acaso te has
olvidado de Yavé, que te creó que extendió los cielos y que fundó la
tierra? Pues te lo pasas siempre
asustado al ver la rabia del tirano, que trata por todos los medios de
destruirte… 14 Muy pronto saldrá en libertad el prisionero, no
morirá en el calabozo, ni te faltará más el pan. Pasó el día y no se resolvió nada en
cuanto a los salarios de los empleados, pero siento que el Espíritu Santo me
dice: “Espera
en el Señor, él es fiel y cumple su palabra.” En vez de eso, tuvimos dos resoluciones negativas de un
proveedor que va a proceder a cobrar judicialmente unos cheques y Consorcio
Colón que nos resolvió negativamente a nuestra solicitud de que nos concedieran
el servicio de agua de Villa Lourdes.
Mi reacción fue negativa al principio, pero después comprendí que si era
la voluntad del Señor, lo que debía hacer es bendecir a nuestros anteriores
socios. Pedí por ellos, pues ¡no
saben lo que hacen!
Por la tarde fuimos a ver a mi mamá y me comentó que se sentía con
mucho remordimiento porque a nosotros nos ha ido mal en todo y a otras familias
todo les favorece. Yo le comenté
que debíamos sentirnos agradecidos con Dios por todo lo que nos ha sucedido,
pues esto nos ha acercado más a El y eso vale más que todo el oro del
mundo. Comprendí la Palabra de hoy
y se la leí.
Miércoles 17 de Noviembre de 2004
Judas
17-22
Nos levantamos temprano para ir a recoger a Sofía que venía de
Navojoa, después de su casamiento civil, ya Sra. de Fernández; legalmente. Después me puse a orar, pues siento
desfallecer cuando pienso que a lo mejor no estoy obrando bien con los
empleados, pues no veo como vamos a hacer para pagar las planillas; pero el
Señor me dice: “Confía en mí.”. Me
dijo: 17 Pero
ustedes, amadísimos, recuerden lo que los Apóstoles de Cristo nuestro Señor les
anunciaron. 18 Ellos les decían que al final de los tiempos
aparecerán hombres que se burlarán de todo y no tendrán en cuenta a Dios, sino
que se dejarán llevar por las pasiones. 19 En la actualidad estos
son los que causan divisiones, se mueren en lo humano y no tienen el Espíritu. 20
En cambio ustedes, queridos hermanos, construyan su vida sobre los fundamentos
de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo 21 y manténganse en el
amor de Dios, aguardando la misericordia de Jesucristo nuestro Señor, que los
llevará a la vida eterna. 22 Muestren compasión con los que dudan…
En la oficina no pasó nada, pues ya no tengo nada que hacer; más que
esperar en el Señor. Juan Ernesto
entró a platicar conmigo y hablamos de su grupo de oración y me habló de cómo
el Señor los escucha y los bendice y me habló de Gustavo. Entonces comprendí que lo que quiere el
Señor es que sea Gustavo quien nos preste el dinero para seguir adelante y que
esto sea también un testimonio para su grupo ¡el Señor dirá!
A cambio, recibimos la demanda del St. George, del terreno de Sto.
Tomás. Me sentí triste y
abandonado por el Señor y ese sentimiento perduró aún durante las dos horas en
que estuvimos frente al Santísimo orando, en los “Cercos de Jericó”. Lo único que repetía era: “Señor Jesús, ten misericordia de mí” Ilumíname para saber cuál es el camino…
¿Qué debo hacer?
Jueves 18 de Noviembre de 2004
Isaías 30, 18-23
Me levanté temprano, pues como cosa curiosa nos acostamos
temprano. Me levanté preocupado y
sin saber qué hacer, pues ya no tenemos dinero para nada y cualquier gasto es
significativo. Estuve en la cama
pensando qué debía hacer, hasta que el Espíritu Santo me iluminó y me dijo que
me levantara a orar y mejor se lo preguntara al Señor. Comencé leyendo la “Liturgia de Las
Horas” y el Espíritu Santo me llevó a comenzar a leer el jueves de la III
semana, pues el libro que tengo es el de Adviento y ya me leí todos los
días. Ya no sé qué leer, entonces
comprendí lo que me quería decir: 18 Yavé está esperando
el momento para perdonarlos; se levantará y tendrá piedad de ustedes, pues Yavé
es un Dios justo y ¡Felices los que en El esperan! 19 Sí, pueblo de Sión, que vives en Jerusalén, ya
no llorarás más. El se compadecerá
de ti al sentir los lamentos, lo llamarás y te atenderá. 20 Después
que el Señor les haya dado el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, El
que es su educador ya no se ocultará más y ustedes verán al que les educa. 21
Cuando tengan que tomar el camino ya sea a la derecha o a la izquierda tus
oídos oirán sus palabras resonar detrás de ti: “Este es el camino que deben seguir”. 23 El señor
te dará la lluvia para las semillas que hayas sembrado en el campo, y el pan
que te producirá la tierra será sustancioso y nutritivo, tu ganado pastará
entonces en grandes potreros.
Le di gracias al Señor por su bondad y su amor. En el día no pasó nada, sigo buscando
cómo o qué hacer para encontrar el financiamiento, pero mi esperanza es en el
Señor y su palabra, yo ya no puedo hacer nada! Fui a visitar a mi mamá e invocamos, por primera vez, al
Espíritu Santo, para que nos iluminara con su palabra; le dijo: Ezequiel 29,
1-16 13 Pero esto dice
Yavé: Después de cuarenta años
reuniré a los egipcios de entre los pueblos que los había dispersado. 14
Haré cambiar su suerte y los devolveré a Patros, su país de origen, allí
formarán un reino. 16… entonces sabrán que Yo soy Yavé.
Viernes 19 de Noviembre de 2004
1
Corintios 15, 58; 16, 13-24
58 Así pues
hermanos míos muy amados, manténganse firmes y no se dejen conmover. Dedíquense a la obra del Señor en todo
momento, conscientes de que con El no será estéril su trabajo. 16, 13 Estén alerta,
manténganse firmes en la fe, sean hombres, sean fuertes. 14 Háganlo
todo con amor. 22 Maldito sea el que no ama al Señor ¿Maran atha!
¡Ven Señor! 24 Los amo a todos en Cristo Jesús. Me fue un día difícil
porque realicé que ya se ha terminado otra semana y no les hemos pagado a los
empleados. Ya todas las cuentas
están a cero. Me cortaron el
teléfono celular y me desesperé, de pronto me puse a pensar que podemos
quedarnos sin dinero para nada, si el Señor no nos consigue el préstamo y que
ya el tiempo para esto es sólo la próxima semana.
Me fui a la oficina y el Señor me dio lo suficiente para que pudiera
pagar la luz de la casa, pues ya nos la iban a cortar y el teléfono. Me sentí reconfortado por El, pues sé
que el tener para esto es un milagro, pues ya no tenía de donde y El me fue iluminando
para saber adonde había dinero, pues además Guadalupe estaba incapacitada.
Sentí que era como otra prueba del Señor para decirme: “No tengas miedo, Yo estoy aquí.” Por el otro lado, me sorprende también
la seguridad de Juan Ernesto, de que vamos a conseguir el dinero y también
comprendo que ese sólo puede ser otro mensaje del Señor. Por la noche fuimos a los “Cercos de
Jericó” y sentí una gran paz y que El me decía: “No te preocupes todo se va a
arreglar, confía en mí”.
Llegó un momento, ya al final, en que estaba leyendo en voz alta el libro
de: “Adoren a mi hijo con el corazón” y leí una parte que dice: “Jesús, tu
deseas hacer de mí un Apóstol y un testigo de la paz en esta tierra” y entonces sentí a Jesús muy cerca de
mí, podía sentir su calor… y su amor. Yo le dije:
“Hágase en mí, lo que Tu quieras”.
Sábado 20 y domingo 21 de Noviembre de 2004
Hoy no pude orar, pues tenía que preparar el programa del mediodía. Pasé toda la mañana preparándolo y
pidiéndole al Señor su consuelo y paz.
Por la noche volvimos a ir a los “Cercos de Jericó”.
Roberto Adriano se había ido a dormir a El Flor con los Escobar Lara y
la casa se sentía bien sola, lo único que me consuela es estar pensando en el
Señor. Me puse a leer el libro del
“Silencio de María” y me dio una gran paz en saber que también la Virgen
Santísima pasó por estos momentos de el “Silencio de Dios”, en que uno se
desconcierta de su voluntad; pero su lectura me daba un gran consuelo.
El domingo fuimos a El Flor, pero amanecí bien preocupado. No pude orar, pues nos fuimos
temprano. Por la noche fuimos al
cierre de “Los Cercos de Jericó” y después a misa. No me pude quedar a toda la misa, pues tenía un gran dolor de
estómago. Me acordé que ayer al
leer el libro de “Adoren a mi Hijo con el Corazón”. La Virgen nos dijo que las condiciones para que venga la paz
son “la conversión y reconciliación”, a través de la oración y el ayuno; por lo
tanto, debo ayunar más.
Por la noche, Sylvia Regina regresó de misa y me impuso las manos para
quitarme el dolor y que el Señor me sanara. Después de un rato, el dolor se me quitó y me sentí
bien. ¡Gracias Señor, bendito y
alabado seas! ¿Será que a Sylvia
Regina, el Señor, le ha conferido el don de sanación?
"Si te acostumbras, siquiera un vez por semana, a buscar la unión con María para ir a Jesús, verás como tienes más presencia de Dios.
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