Lunes 28 de marzo de 2005
2 Corintios 3, 3-6; 12-13; 17-18
Salmo 116, 6-13
Hoy decide el Banco sobre el
préstamo y me levanté confiado en el Señor, que nos lo iban a autorizar. El Señor, me dijo: 3 Nadie puede negar que ustedes son una carta de Cristo, de la
que hemos sido instrumentos, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del
Dios vivo; carta no grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos. 4
Por eso nos sentimos seguros de Dios gracias a Cristo. 5 ¿Cómo
podríamos atribuirnos algo a nosotros mismos? Nuestra capacidad nos viene de Dios. 6 Incluso
nos ha hecho encargados de una nueva alianza, que ya no es cosa de escritos,
sino del Espíritu. Porque lo
escrito da muerte, mientras que el Espíritu da vida. 12 ¡Qué
esperanza tan grande! ¡Y qué seguridad nos da! 13 No es como Moisés,
que se cubría el rostro con un velo para que los israelitas no vieran el
momento en que se apagara su resplandor. 17 El Señor es espíritu, y
donde está el Espíritu del Señor hay libertad. 18 Todos llevamos los
reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con
mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, pues él es el Señor
del espíritu. 116, 6 El
Señor cuida de los pequeños, estaba débil y me salvó. 7 Alma mía,
vuelve a tu descanso, que el Señor cuida de ti. 8 Ha librado mi alma
de la muerte, de lágrimas mis ojos y mis pies de dar un paso en falso. 9
Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos. 10 Tenía
fe, aun cuando me decía: «Realmente yo soy un desdichado». 12 ¿Cómo
le devolveré al Señor todo el bien que me ha hecho? 13 Alzaré la
copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor; 14 cumpliré
mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo.
En la oficina no pasó nada, excepto
que hablé con Vidal y los expertos financieros, como por una hora y la reunión
estuvo llena del Espíritu Santo.
Fue El quien habló y no yo.
Nos reunimos con Alex para preparar la licitación para mañana de CEL y lo
dejé todo en manos del Señor; pues yo no me sentía capaz.
Martes 29 de marzo de 2005
Ezequiel 22, 1-3
1 Pedro 1, 6-9
Me levanté pidiéndole al Señor por
todos los empleados, para que hoy nos comunicara el Banco que nos había
aprobado el crédito. El Señor me
dijo: 1 Se me dirigió esta palabra de
Yavé: 2 «Hijo de
hombre, ¿no juzgarás a la ciudad sanguinaria? 3 Dale a conocer todos
sus crímenes. Le comunicarás esta
palabra de Yavé: 1, 6 Por esto estén alegres, aunque por un tiempo
tengan que ser afligidos con diversas pruebas. 7 Si el oro debe ser
probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe,
que vale mucho más. Esta prueba les
merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús. 8
Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora creen en él sin verlo, y nadie sabría
expresar su alegría celestial 9 al tener ya ahora eso mismo que
pretende la fe, la salvación de sus almas. Comprendí que algún problema iba a haber en la
aprobación del crédito, por parte del Banco, pues el Señor todavía no cree que
es el momento.
Así fue, pues en la mañana no pude
hablar con el ejecutivo y por la tarde, cuando hablé, me dijo que no había sido
aprobado, porque el Banco no obtenía nada a cambio. Entonces, acordándome de lo que el Señor me había dicho hoy
en la mañana y confiado en que sí se nos va a aprobar, sólo que todavía no; el
Espíritu Santo me iluminó y le dije que estábamos abiertos para saber que es lo
que al Banco le pudiera interesar.
Presentamos la licitación de CEL y
quedamos de segundo lugar. Dios
dirá si quiere que nos ganemos ese concurso. Por la noche cenamos con Roberto Adriano solos, pedimos
pizza, pues Sylvia Regina andaba en el grupo de oración y no había ninguna
empleada. Le di gracias a Dios por
ese momento. Por la noche
comenzamos la Novena de la “Divina Misericordia”.
Miércoles 30 de marzo de 2005
Isaías 52, 7-10
Sirácides 2, 1-6
Me levanté clamando al Señor por su
misericordia para con los empleados y el dolor que siento al verlos. Le decía: “¿Señor y que te cuesta
solventarnos ya los problemas?” Me
contestó: 7 Que bien venidos, por
los montes, los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que
trae la felicidad, que anuncia la salvación, y que dice a Sión: «¡Ya reina tu Dios!» 8
Escucha, tus centinelas alzan la voz y juntos gritan jubilosos, por lo que han
visto con sus propios ojos: ¡Yavé
regresando a Sión! 9 Griten de alegría, ruinas de Jerusalén, porque
Yavé se ha compadecido de su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. 10
Yavé, el Santo, se ha arremangado su brazo a la vista de las naciones, y han
visto, hasta los extremos del mundo, la salvación de nuestro Dios.
Hoy pasé bastante desesperado en la
oficina. También noté a Juan
Ernesto igual de desesperado y le leí la palabra de hoy para darle ánimo y
hacerle ver que si el Señor no nos quería resolver los problemas todavía, era
por algo que no entendíamos y que debemos aceptar su decisión o voluntad. Le leí Camino 774, que dice: Escalones:
Resignarse con la voluntad de Dios, conformarse con la voluntad de
Dios: Querer la voluntad de Dios,
amar la voluntad de Dios. Se retiró más tranquilo.
Por la tarde le conté que había hablado
con el ejecutivo del Banco y hoy iban a meter el caso nuestro a Junta Directiva
– ¡Bendito sea Dios! todo está en
sus manos. Señor, te lo entrego,
que se haga lo que tú quieras.
Después de leer el Camino 774, el Señor me hizo leer La Biblia
en: 1 Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la
prueba. 2 Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas
nervioso cuando vengan las dificultades. 3 Apégate al Señor, no te
apartes de El, si actúas así, arribarás a buen puerto al final de tus días. 4
Acepta todo lo que te pase y sé paciente cuando te halles botado en el suelo. 5
Porque así como el oro se purifica en el fuego; así también los que agradan a
Dios pasan por el crisol de la humillación. 6 Confía en El y te
cuidará; sigue el camino recto y espera en El.
Más tarde vino el Ing. Rodríguez y
me dijo que ya no tenemos dinero con que seguir en La Casa Castro. No supe que decirle. Me fui a misa y después al Santísimo a
implorar su misericordia para todo el personal.
Jueves 31 de marzo de 2005
Lucas 13, 30
Salmo 118
Me levanté pidiéndole e implorando
al Señor su misericordia. Comencé
a leer “La Liturgia de Las Horas” del día de hoy y comienza con el Salmo
118. Sentí que eso era lo que el
Espíritu Santo me quería decir, pero dije: “debe ser casualidad”. Ojalá me saliera en la palabra de
hoy. Cuando abrí La Biblia y
terminé de leer “La Liturgia de Las Horas”. Al momento de pedir la palabra, abrí La Biblia en: 30 ¡Qué sorpresa!
Unos que estaban entre los últimos son ahora primeros, mientras que los
primeros han pasado a ser últimos.»
y me llamó la atención una llamada
al Salmo 118, 26,
pero decidí empezarlo a leer desde el principio, todavía sin caer en la
cuenta que era el mismo que había leído al comienzo de “La Liturgia de Las
Horas”, caí en la cuenta hasta que lo leí y me dijo el Señor: 1 Den gracias al Señor, pues El es bueno, pues su bondad
perdura para siempre. 2 Que lo diga Israel: ¡su bondad es para
siempre! 3 Que lo diga Aaron: ¡su bondad es para siempre! 5
Al Señor, en mi angustia, yo clamé, y me respondió sacándome de apuros. 6
Si el Señor está conmigo, no temo, ¿qué podrá hacerme el hombre? 7
Cuento al Señor entre los que me ayudan, y veré a mis enemigos a mis pies. 8
Más vale refugiarse en el Señor que confiar en los poderosos. 10
Todos los paganos me rodeaban, pero en el nombre del Señor los humillé. 11
Me rodeaban, me tenían cercado, pero en el nombre del Señor los humillé. 13
Me empujaron con fuerza para botarme, pero acudió el Señor a socorrerme. 14
El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto, ha sido para mí la salvación. 17
No, no moriré sino que viviré y contaré las obras del Señor. 18 El
Señor me corrigió mucho, pero no me entregó a la muerte. 19
«¡Ábranme las puertas de justicia para entrar a dar gracias al Señor!» 20
«Esta es la puerta que lleva al Señor, por ella entran los justos». 21
¡Te agradezco que me hayas escuchado, tú has sido para mí la salvación!
Después de leer esta palabra, creí
que el Banco nos iba a autorizar el préstamo, pero cuando llegué a la oficina me
comunicaron que no lo habían aprobado.
Sentí que el mundo se me venía encima, sobre todo porque el Señor me ha
venido diciendo que no despida al personal, sino que El nos lo va a arreglar
todo. Así que fue como un momento
de frustración, pero a la vez de comprensión, pues mi Fe me dice que es porque
algo más tiene El en mente.
Nos reunimos con Alex y me dijo que
ya no había que esperar más y que había que cortar al personal. Yo me sentía bien decepcionado y
apesadumbrado, como pidiéndole al Señor su misericordia, pero ya tengo la orden
de Alex.
Por la tarde vino Juan Ernesto a
decirme que el inversionista venía a platicar con él a la oficina mañana
viernes.
Siempre tratando de interpretar la
voluntad del Señor, a las tres de la tarde me fui al Santísimo para pedirle su
misericordia y que me iluminara para saber cuál es su voluntad. Le decía: “Señor, pero cómo voy a desilusionar
a toda estas personas. Cómo las
vas a desilusionar Tú. No es más fácil para su conversión, que nos hicieras el
milagro?” El me contestó: No te olvides que así me sentí yo, durante toda mi pasión,
sintiendo igualmente, que todos las personas a quien yo amo, pensaban que los
estaba defraudando y yo aunque me podía haber salvado de eso, tuve que soportar
ese dolor por su propio bien y para que después pudiera resucitar, para su
propio beneficio; lo mismo te pasa a ti, hoy. Comprendí entonces, que a lo mejor es su voluntad que el
personal sienta que todo se terminó, para después que resucitemos. ¿Será eso Señor? No estuve seguro y decidí esperar las
señales que me enviara el Señor.
Viernes 1 de abril de 2005
Hoy no pude orar, pues tuvimos que
ir a la Escuela para la ceremonia de entrega de los premios de Honor Roll para
Roberto Adriano. Le di gracias a
Dios por esos momentos y por la bendición que nos ha dado con todos nuestros
hijos y ahora sus esposos. Por
poderlos tener es esa Escuela.
Llegué a la oficina y el Espíritu Santo me dijo que le enviara una carta
al Banco, aumentando la garantía, a ver que dicen. Por el otro lado, el inversionista le dijo a Juan Ernesto
que ya estaba todo listo y que a más tardar mañana nos confirmaba como íbamos a
hacer, pero que ya estaba todo autorizado. Así nos a dicho varias veces, pero yo decidí esperar de
nuevo. Les pudimos pagar algo a
todos los empleados y uno de los que ya se había ido el jueves, dijo que mejor
iba a regresar, lo que consideré que era una señal del Señor para que me
esperara, antes de despedirlos a todos.
Sábado 2 y domingo 3 de abril de
2005
Hoy sábado falleció
Juan Pablo II (1:37 p.m.)
No pude orar, pues pasé toda la
mañana preparando el programa y además, a media mañana me di cuenta que me
había equivocado, luego tuve que preparar dos… El Espíritu Santo sabe por qué lo quiso así, pues me instruyó
bastante sobre la resurección del Señor.
Después del programa nos fuimos a almorzar con Sylvia Regina y
almorzando recibimos la llamada que El Papa había fallecido. Nos sentimos bien tristes y después del
almuerzo en La Pampa Argentina por el Campestre, nos fuimos al Santísimo a
rezar por él.
Ahí estaba el Monseñor Jesús. Nunca
lo había visto por ahí orando. Se
ve que también estaba triste y orando por El Papa.
El lunes 4, a mediodía, viendo el
programa sobre el Papa o más bien el reportaje de su muerte y a la hora de
bendecir la comida y pedir por El, se me salieron las lágrimas de los ojos y
lloré como un niño; como cuando lo había visto con Roberto Adriano en el Paseo
Escalón, cuando vino en 1996. En
esa oportunidad, Roberto Adriano, que entonces tenía 5 años, también lloró cuando
se paró enfrente de nosotros; ahora comprendo que fue la “efusión” del Espíritu
Santo que recibimos.