Lunes 20 de Diciembre de 2004
2
Corintios 7, 8-10
Filipenses
3, 7-8
Me levanté temprano, preocupado y triste, pues el tiempo es ya corto
para todo. La boda ya está encima
y el tiempo para poder pagar a los empleados se ha acortado a pocos días. En mis oraciones sólo repetía, “Señor Jesús, yo confío en Ti”. Sylvia Regina vino a orar conmigo y
después de un rato me dijo que rezáramos el “Rosario de la Liberación”; por la
liberación de los empleados, para que les podamos pagar antes del 24. El Señor me dijo: 8 Si les causé tristeza con mi carta, no lo siento. Y si antes lo pude sentir, pues esa
carta por un momento les causó pesar, 9 ahora me alegro, no por su
tristeza, sino porque esa tristeza los llevó al arrepentimiento. Esa tristeza venía de Dios, de manera
que ningún mal les sobrevino por causa nuestra. 10 La tristeza que
viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no
se perderá. Por el contrario, la
tristeza que inspira el mundo provoca muerte. 3, 7 Pero al tener a Cristo consideré todas mis
ventajas como cosas negativas. 8 Más aún, todo lo considero al
presente como peso muerto en comparación con eso tan extraordinario que es
conocer a Cristo Jesús, mi Señor.
A causa de El ya nada tiene valor para mí y todo lo considero como
pelusas mientras trato de ganar a Cristo. El Señor me reconforta con su palabra, pues siento un dolor
intenso. En la oficina no pasó
nada, todo se retrasa y el tiempo está pasando, me duele ver a los empleados ¡Ven Señor Jesús!
Vidal, nuestro abogado de Houston no me contestó ¡ven, Señor Jesús!. No pude ir a misa, pues teníamos ensayo
para “el coro” del 24. Después
tuvimos la reunión de la “Secretaría de Encuentros” en nuestra casa.
Martes 21 de Diciembre de 2004
Nehemías 6, 9-12; 15; 7, 2-4; 8, 1-6
2
Crónicas 15, 7
Me levanté orando y pidiéndole a nuestro Señor su misericordia para
nuestros empleados y que les podamos pagar sus salarios antes de Navidad; no sé
cómo, sólo puede ser un milagro.
Me dijo: 9 Pues todos ellos
querían asustarnos, pensando, se van a desanimar tanto que no acabarán la
reconstrucción. Yo por el
contrario, trabajé con mayores fuerzas.
10 Luego fui donde Semeías, hijo de Delaías, hijo de
Metabeel, ya que no podía salir de su casa. El me dijo: “Reunámonos en la casa de Dios, en el interior
del Santuario; y cerremos sus puertas, porque van a venir a matarte y lo harán
esta misma noche” 11 Pero yo les respondí: ¿Un hombre como yo va a huir? ¿Cómo un hombre como yo va a
entrar en el Santuario para salvar su vida? No iré. 12 Había
comprendido que Semeías no había sido enviado por Dios, sino que Tobías lo
había comprado para que me asustara. 15 La muralla quedó terminada
el día veinticinco de Elul, en cincuenta y dos días. 7, 2 Entonces
puse a mi hermano Jananí; como gobernador de Jerusalén y a Jananías como jefe
de la ciudadela, porque era hombre seguro y un verdadero servidor de Dios. 4
La ciudad era espaciosa y grande, pero tenía pocos habitantes y muchas casas no
se reconstruían. 8, 1
En el séptimo mes todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que
se encuentra frente a la Puerta del Agua y pidieron a Esdras que trajera el
Libro de la Ley de Moisés, que Yavé había dado a Israel. 5 Esdras
abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues estaba en un lugar más alto
que ellos y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pié 6
Esdras bendijo a Yavé, el Dios grande y todo el pueblo, alzando las manos
respondió, Amén! Amén! Y se postraron rostro en tierra. No se resolvió nada, el dolor que siento
es intenso, pero la Esperanza aumenta en el Señor. Por la noche, el Señor nos dijo a Sylvia Regina y a mí, a
través de las tarjetitas que ella había comprado y que sacamos después de la
oración que: Ustedes sean valientes y no se desanimen, porque sus trabajos
tendrán una recompensa.
Miércoles 22 de Diciembre de 2004
1
Crónicas 13, 8; 16, 7-41; 14,
10-11
Me levanté con más Esperanza, pues durante la noche tuve un sueño y el
Señor me hizo saber que todo se iba a componer, para gloria de El. Rezamos el “Rosario de Liberación” por
nuestros empleados con Sylvia Regina.
Me dijo: 8 David y todo Israel
bailaba delante de Yavé, con todas sus fuerzas, cantando y tocando cítaras,
salterios y panderetas, címbalos y trompetas. 16, 7 Aquel día, David
estableció, por primera vez, que Yavé sería alabado por medio de Asaf y sus
hermanos en la forma siguiente: 8 Celebren al Señor, alaben su
Nombre, proclamen sus maravillas a todo el mundo. 9 Entónenle cantos
y que todos mediten sus prodigios. 11 Piensen en el Señor y en su
poder, busquen siempre su mirada. 28 Adoren al Señor todas las
familias de la tierra. Reconozcan
su poder. 34 Alaben al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia. 36 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre
hasta siempre. Que todo el pueblo
diga: Amén, Aleluya. Todo el pueblo contestó “Amén” y alabó
a Yavé. 41… “Porque es eterna su misericordia”. 14, 10 Entonces David
consultó a Yavé diciendo: ¿Acaso debo atacar a los filisteos y me los
entregarás en mis manos? 11 Yavé le respondió: “Sube, pues Yo los entregaré en tus
manos”. Los filisteos avanzaron
hasta Baalfarasim y allí los derrotó David y dijo: “Yavé ha disipado por mi
mano a los enemigos, como se disipan las aguas”. El Señor me confirmó con esta palabra,
que si hago su voluntad, todo se va a componer y muy pronto estaremos bailando
de alegría y alabándolo!
Creí que iba a ser hoy, pero no lo fue. Sin embargo, sí al final del día terminé contento y feliz
porque pudimos pagarle a los empleados parte de su salario, con un ingreso que
tuvo La Casa Castro y el Espíritu Santo me iluminó para hablarle a la ejecutiva
de una arrendadora y ella me respondió con el entusiasmo que yo estaba
esperando (y que viene de Dios).
Es este entusiasmo el que el Señor me había dicho que iba a tener la
persona que nos iba a dar el financiamiento, así es que sí terminé bailando de
alegría y confiado en el Señor, que cuando menos la próxima semana vamos a
tener el problema solucionado, “Señor Jesús,
yo confío en Ti”.
Jueves 23 de Diciembre de 2004
31 Traten a
los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. 38 Den y se
les dará, se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y
rebosante. Porque con la medida
que ustedes midan serán medidos ustedes. 47 Les voy a decir a quién
se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las practica. 48
Se parece a un hombre que construyó una casa, cavó profundamente y puso los
cimientos sobre la roca; vino una inundación y la corriente se precipitó sobre
la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida.
No entendí la palabra de hoy, quizás porque estoy muy ansioso que todo
se resuelva, para gloria del Señor.
Me fui a la oficina perturbado por esto, ¿Qué me quiso decir el Señor,
hoy? Me reuní con los señores de
la arrendadora y el entusiasmo era increíble, les dimos toda la información,
fueron a ver las máquinas; todo iba saliendo perfecto. Aunque ya había rezado un “Rosario de
la Liberación” en la mañana, resé otro al mediodía, pidiéndole la liberación de
todos nuestros empleados.
Comencé a pensar que el Señor nos iba a resolver antes del 24. Nos reunimos con Alex y todo fue
positivo, sin embargo, como a las 3:30 me llamó el ejecutivo de la arrendadora y
me dijo que ya “le habían parado el carro” y que tenían que llevar el caso a
Junta Directiva o sea que ya no iban a resolver la próxima semana, sino hasta
la segunda semana de enero. Me quedé perplejo y decepcionado ¿Señor, qué
quieres que haga? Sin embargo el
Espíritu Santo me fue iluminando y me hizo ver que si esa era la voluntad del
Señor, pues: “Todo lo que me pasa es porque Dios lo quiere y si El lo quiere, por
muy mal que nos parezca, siempre será lo mejor”.
Hablé con el personal para explicarles la situación. La reacción fue bien positiva, algo que
no puede venir más que de Dios y comprendí que El quería que yo hablara con el
personal, explicándoles mi confianza en Dios, antes de que todo se nos arregle.
Viernes 24 de Diciembre de 2004
2
Pedro 3, 8-9
Hebreos
5, 7-10
Me levanté más tranquilo, pero como no comprendiendo la voluntad del
Señor. Me dijo: 8 Para el Señor, un día es como mil años y mil años como un
día. 9 El Señor no se demora en cumplir su promesa, como algunos
dicen, sino que es generoso con ustedes y no quiere que se pierda nadie, sino
que todos lleguen a la conversión.
Además me dijo: 7 En los días de su vida
mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarle de la muerte,
este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas y fue escuchado por su
religiosa sumisión, 8 aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que
es obedecer 9 y ahora, llegado a su perfección, es fuente de
salvación eterna para todos los que le obedecen, 10 conforme a la
misión que recibió de Dios: “sacerdote a semejanza de Melquisedec”. Hoy no pasó nada y sólo “espero en el
Señor”.
Me reuní con Juan Ernesto e igualmente no comprendía porqué todo se
había parado de momento con la arrendadora. Le leí la palabra de ayer y hoy, que nos daba un mandato de
“obedecer”. Por la noche fuimos a
cantar a la misa de Navidad y cuando estábamos orando se nos acercó también un
Señor muy humilde a orar con nosotros.
No supimos de donde salió, ni nadie lo había visto jamás.
Al final de la oración, él pidió hacer una oración y nos pidió que
oráramos por él, que él estaba padeciendo una gran necesidad y así también
todos los que estaban a su alrededor.
Que se sentía bien solo y que el dolor que sentía era bien grande. Después de la oración se me acercó y me
dijo que él no era de por aquí y que no tenía nada. Me partió el corazón y le di una limosna de $10.00, para
calmarle su dolor.
Después de misa, Rosario nos dijo que habíamos tenido una gran
bendición, pues el Señor que se nos acercó era Jesús, que había venido a estar
con nosotros. ¡Gracias, Señor Jesús!
Me acordé de lo que había leído de San Agustín, hace tres días y que es
que “Si quieres que tu oración vuele a
Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna”. Hoy cumplí mi promesa de ayunar, tomando sólo una copa de
vino en toda la noche y el Señor me dio la oportunidad de darle una limosna, ¡nada
menos que al mismo Jesús! Gracias
Señor, por todas tus bendiciones.
Sábado 25 y domingo 26 de Diciembre de 2004
Hebreos 9, 22; 10, 7; 23, 36-38
Isaías 17, 12-14; 19, 1- 41, 13-14
Hoy terminamos la Novena al Divino Niño Jesús
Me levanté pidiéndole al Señor su misericordia, pues aunque me sentía
contento, siento un gran dolor al no saber cómo vamos a resolver el problema
con los empleados y los exaccionistas la primera semana de enero. Me dijo: 22 Además, según la ley, la purificación de casi todo se ha de
hacer con sangre y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado. 7
Entonces dijo: “Aquí estoy yo, oh
Dios, como en un capítulo del libro está escrito de mí, para hacer tu
voluntad”. 23 Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos
pueda conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió. 36
Es necesario que sean constantes en hacer la voluntad de Dios, para que
consigan su promesa. 37 Acuérdense: dentro de poco, muy poquito
tiempo, el que ha de venir llegará; no tardará. 38 Mi justo, si cree
vivirá, pero si desconfía, ya no lo miraré con amor. Pasamos un día bendecidos por el Señor,
en familia, todos juntos. Vino
Memo con sus hijas y pasamos un rato agradable. El Señor estuvo con nosotros todo el día y terminamos viendo
la película de San Pablo y después fuimos a cenar donde los Escobar. Al final del día le dimos gracias al
Señor por todas sus bendiciones.
El domingo me levanté preocupado y antes de empezar mis oraciones le
pedí al Señor que me aclarara su voluntad o incrementara mi Esperanza. Me dijo: 12 ¡Ay! un bramar de pueblos inmensos, como el rugido del mar
enfurecido; estruendo de naciones que resuenan como retumban las aguas
torrentosas. 13 Pero El las amenaza y de muy lejos huyen, como
polvillo de los cerros movido por el viento, o como un remolino, por el
huracán. 14 Espanto al caer la tarde, pero antes de amanecer ya no
queda nadie. Esa será la suerte de
nuestros opresores, el destino de los que nos saquean. 19, 1 Yavé se ha montado en
una rápida nube y llega a Egipto.
Los ídolos de Egipto, tiemblan al verle y a los egipcios les falla el
corazón. 41, 13 Yo
Yavé, soy tu Dios, te tomo de la mano y te digo: No temas, que yo vengo a
ayudarte. 14 No temas, raza de Jacob, más indefensa que un
gusano. Yo soy tu socorro, dice
Yavé, el santo de Israel es el que te rescata.
"Si quieres que tu oración vuele a Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna."
ResponderEliminarSan Agustín,