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Canonización de Monseñor Romero

martes, 1 de mayo de 2012

Cronología de un Milagro - Diciembre 2004-III


Lunes 20 de Diciembre de 2004

2 Corintios 7, 8-10
Filipenses 3, 7-8

Me levanté temprano, preocupado y triste, pues el tiempo es ya corto para todo.  La boda ya está encima y el tiempo para poder pagar a los empleados se ha acortado a pocos días.  En mis oraciones sólo repetía, “Señor Jesús, yo confío en Ti”.  Sylvia Regina vino a orar conmigo y después de un rato me dijo que rezáramos el “Rosario de la Liberación”; por la liberación de los empleados, para que les podamos pagar antes del 24.  El Señor me dijo:  8 Si les causé tristeza con mi carta, no lo siento.  Y si antes lo pude sentir, pues esa carta por un momento les causó pesar, 9 ahora me alegro, no por su tristeza, sino porque esa tristeza los llevó al arrepentimiento.  Esa tristeza venía de Dios, de manera que ningún mal les sobrevino por causa nuestra. 10 La tristeza que viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no se perderá.  Por el contrario, la tristeza que inspira el mundo provoca muerte.  3, 7 Pero al tener a Cristo consideré todas mis ventajas como cosas negativas. 8 Más aún, todo lo considero al presente como peso muerto en comparación con eso tan extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor.  A causa de El ya nada tiene valor para mí y todo lo considero como pelusas mientras trato de ganar a Cristo.  El Señor me reconforta con su palabra, pues siento un dolor intenso.  En la oficina no pasó nada, todo se retrasa y el tiempo está pasando,  me duele ver a los empleados  ¡Ven Señor Jesús!  Vidal, nuestro abogado de Houston no me contestó ¡ven, Señor Jesús!.  No pude ir a misa, pues teníamos ensayo para “el coro” del 24.  Después tuvimos la reunión de la “Secretaría de Encuentros” en nuestra casa.

Martes 21 de Diciembre de 2004

Nehemías  6, 9-12; 15; 7, 2-4; 8, 1-6
2 Crónicas 15, 7

Me levanté orando y pidiéndole a nuestro Señor su misericordia para nuestros empleados y que les podamos pagar sus salarios antes de Navidad; no sé cómo, sólo puede ser un milagro.  Me dijo:  9 Pues todos ellos querían asustarnos, pensando, se van a desanimar tanto que no acabarán la reconstrucción.  Yo por el contrario, trabajé con mayores fuerzas.  10 Luego fui donde Semeías, hijo de Delaías, hijo de Metabeel, ya que no podía salir de su casa.  El me dijo: “Reunámonos en la casa de Dios, en el interior del Santuario; y cerremos sus puertas, porque van a venir a matarte y lo harán esta misma noche” 11 Pero yo les respondí:  ¿Un hombre como yo va a huir? ¿Cómo un hombre como yo va a entrar en el Santuario para salvar su vida? No iré. 12 Había comprendido que Semeías no había sido enviado por Dios, sino que Tobías lo había comprado para que me asustara. 15 La muralla quedó terminada el día veinticinco de Elul, en cincuenta y dos días. 7, 2 Entonces puse a mi hermano Jananí; como gobernador de Jerusalén y a Jananías como jefe de la ciudadela, porque era hombre seguro y un verdadero servidor de Dios. 4 La ciudad era espaciosa y grande, pero tenía pocos habitantes y muchas casas no se reconstruían.  8, 1 En el séptimo mes todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se encuentra frente a la Puerta del Agua y pidieron a Esdras que trajera el Libro de la Ley de Moisés, que Yavé había dado a Israel. 5 Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues estaba en un lugar más alto que ellos y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pié 6 Esdras bendijo a Yavé, el Dios grande y todo el pueblo, alzando las manos respondió, Amén! Amén! Y se postraron rostro en tierra.  No se resolvió nada, el dolor que siento es intenso, pero la Esperanza aumenta en el Señor.  Por la noche, el Señor nos dijo a Sylvia Regina y a mí, a través de las tarjetitas que ella había comprado y que sacamos después de la oración que:  Ustedes sean valientes y no se desanimen, porque sus trabajos tendrán una recompensa.

Miércoles 22 de Diciembre de 2004

1 Crónicas  13, 8; 16, 7-41; 14, 10-11

Me levanté con más Esperanza, pues durante la noche tuve un sueño y el Señor me hizo saber que todo se iba a componer, para gloria de El.  Rezamos el “Rosario de Liberación” por nuestros empleados con Sylvia Regina.  Me dijo:  8 David y todo Israel bailaba delante de Yavé, con todas sus fuerzas, cantando y tocando cítaras, salterios y panderetas, címbalos y trompetas. 16, 7 Aquel día, David estableció, por primera vez, que Yavé sería alabado por medio de Asaf y sus hermanos en la forma siguiente: 8 Celebren al Señor, alaben su Nombre, proclamen sus maravillas a todo el mundo. 9 Entónenle cantos y que todos mediten sus prodigios. 11 Piensen en el Señor y en su poder, busquen siempre su mirada. 28 Adoren al Señor todas las familias de la tierra.  Reconozcan su poder. 34 Alaben al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 36 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre.  Que todo el pueblo diga:  Amén, Aleluya.  Todo el pueblo contestó “Amén” y alabó a Yavé. 41… “Porque es eterna su misericordia”.  14, 10 Entonces David consultó a Yavé diciendo: ¿Acaso debo atacar a los filisteos y me los entregarás en mis manos? 11 Yavé le respondió:  “Sube, pues Yo los entregaré en tus manos”.  Los filisteos avanzaron hasta Baalfarasim y allí los derrotó David y dijo: “Yavé ha disipado por mi mano a los enemigos, como se disipan las aguas”.  El Señor me confirmó con esta palabra, que si hago su voluntad, todo se va a componer y muy pronto estaremos bailando de alegría y alabándolo! 
Creí que iba a ser hoy, pero no lo fue.  Sin embargo, sí al final del día terminé contento y feliz porque pudimos pagarle a los empleados parte de su salario, con un ingreso que tuvo La Casa Castro y el Espíritu Santo me iluminó para hablarle a la ejecutiva de una arrendadora y ella me respondió con el entusiasmo que yo estaba esperando (y que viene de Dios).  Es este entusiasmo el que el Señor me había dicho que iba a tener la persona que nos iba a dar el financiamiento, así es que sí terminé bailando de alegría y confiado en el Señor, que cuando menos la próxima semana vamos a tener el problema solucionado, “Señor Jesús, yo confío en Ti”.

Jueves 23 de Diciembre de 2004

31 Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. 38 Den y se les dará, se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante.  Porque con la medida que ustedes midan serán medidos ustedes. 47 Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las practica. 48 Se parece a un hombre que construyó una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; vino una inundación y la corriente se precipitó sobre la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida. 
No entendí la palabra de hoy, quizás porque estoy muy ansioso que todo se resuelva, para gloria del Señor.  Me fui a la oficina perturbado por esto, ¿Qué me quiso decir el Señor, hoy?  Me reuní con los señores de la arrendadora y el entusiasmo era increíble, les dimos toda la información, fueron a ver las máquinas; todo iba saliendo perfecto.  Aunque ya había rezado un “Rosario de la Liberación” en la mañana, resé otro al mediodía, pidiéndole la liberación de todos nuestros empleados. 
Comencé a pensar que el Señor nos iba a resolver antes del 24.  Nos reunimos con Alex y todo fue positivo, sin embargo, como a las 3:30 me llamó el ejecutivo de la arrendadora y me dijo que ya “le habían parado el carro” y que tenían que llevar el caso a Junta Directiva o sea que ya no iban a resolver la próxima semana, sino hasta la segunda semana de enero. Me quedé perplejo y decepcionado ¿Señor, qué quieres que haga?  Sin embargo el Espíritu Santo me fue iluminando y me hizo ver que si esa era la voluntad del Señor, pues:  “Todo lo que me pasa es porque Dios lo quiere y si El lo quiere, por muy mal que nos parezca, siempre será lo mejor”
Hablé con el personal para explicarles la situación.  La reacción fue bien positiva, algo que no puede venir más que de Dios y comprendí que El quería que yo hablara con el personal, explicándoles mi confianza en Dios, antes de que todo se nos arregle.

Viernes 24 de Diciembre de 2004

2 Pedro 3, 8-9
Hebreos 5, 7-10

Me levanté más tranquilo, pero como no comprendiendo la voluntad del Señor.  Me dijo:  8 Para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día. 9 El Señor no se demora en cumplir su promesa, como algunos dicen, sino que es generoso con ustedes y no quiere que se pierda nadie, sino que todos lleguen a la conversión.  Además me dijo:  7 En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarle de la muerte, este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas y fue escuchado por su religiosa sumisión, 8 aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer 9 y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen, 10 conforme a la misión que recibió de Dios: “sacerdote a semejanza de Melquisedec”.  Hoy no pasó nada y sólo “espero en el Señor”. 
Me reuní con Juan Ernesto e igualmente no comprendía porqué todo se había parado de momento con la arrendadora.  Le leí la palabra de ayer y hoy, que nos daba un mandato de “obedecer”.  Por la noche fuimos a cantar a la misa de Navidad y cuando estábamos orando se nos acercó también un Señor muy humilde a orar con nosotros.  No supimos de donde salió, ni nadie lo había visto jamás.  Al final de la oración, él pidió hacer una oración y nos pidió que oráramos por él, que él estaba padeciendo una gran necesidad y así también todos los que estaban a su alrededor.  Que se sentía bien solo y que el dolor que sentía era bien grande.  Después de la oración se me acercó y me dijo que él no era de por aquí y que no tenía nada.  Me partió el corazón y le di una limosna de $10.00, para calmarle su dolor. 
Después de misa, Rosario nos dijo que habíamos tenido una gran bendición, pues el Señor que se nos acercó era Jesús, que había venido a estar con nosotros. ¡Gracias, Señor Jesús!  Me acordé de lo que había leído de San Agustín, hace tres días y que es que “Si quieres que tu oración vuele a Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna”.  Hoy cumplí mi promesa de ayunar, tomando sólo una copa de vino en toda la noche y el Señor me dio la oportunidad de darle una limosna, ¡nada menos que al mismo Jesús!  Gracias Señor, por todas tus bendiciones.

Sábado 25 y domingo 26 de Diciembre de 2004

Hebreos  9, 22; 10, 7; 23, 36-38
Isaías  17, 12-14; 19, 1- 41, 13-14

Hoy terminamos la Novena al Divino Niño Jesús

Me levanté pidiéndole al Señor su misericordia, pues aunque me sentía contento, siento un gran dolor al no saber cómo vamos a resolver el problema con los empleados y los exaccionistas la primera semana de enero.  Me dijo:  22 Además, según la ley, la purificación de casi todo se ha de hacer con sangre y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado. 7 Entonces dijo:  “Aquí estoy yo, oh Dios, como en un capítulo del libro está escrito de mí, para hacer tu voluntad”. 23 Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pueda conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió. 36 Es necesario que sean constantes en hacer la voluntad de Dios, para que consigan su promesa. 37 Acuérdense: dentro de poco, muy poquito tiempo, el que ha de venir llegará; no tardará. 38 Mi justo, si cree vivirá, pero si desconfía, ya no lo miraré con amor.  Pasamos un día bendecidos por el Señor, en familia, todos juntos.  Vino Memo con sus hijas y pasamos un rato agradable.  El Señor estuvo con nosotros todo el día y terminamos viendo la película de San Pablo y después fuimos a cenar donde los Escobar.  Al final del día le dimos gracias al Señor por todas sus bendiciones.  El domingo me levanté preocupado y antes de empezar mis oraciones le pedí al Señor que me aclarara su voluntad o incrementara mi Esperanza.  Me dijo:  12 ¡Ay! un bramar de pueblos inmensos, como el rugido del mar enfurecido; estruendo de naciones que resuenan como retumban las aguas torrentosas. 13 Pero El las amenaza y de muy lejos huyen, como polvillo de los cerros movido por el viento, o como un remolino, por el huracán. 14 Espanto al caer la tarde, pero antes de amanecer ya no queda nadie.  Esa será la suerte de nuestros opresores, el destino de los que nos saquean.  19, 1 Yavé se ha montado en una rápida nube y llega a Egipto.  Los ídolos de Egipto, tiemblan al verle y a los egipcios les falla el corazón.  41, 13 Yo Yavé, soy tu Dios, te tomo de la mano y te digo: No temas, que yo vengo a ayudarte. 14 No temas, raza de Jacob, más indefensa que un gusano.  Yo soy tu socorro, dice Yavé, el santo de Israel es el que te rescata.

1 comentario:

  1. "Si quieres que tu oración vuele a Dios, ponle dos alas: el ayuno y la limosna."

    San Agustín,

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