Miércoles 1 de Enero de 2003
Tercer Día de la Decena al Espíritu Santo
Hoy comenzamos un nuevo año y al igual que el año anterior, siento una gran ilusión de haber encontrado esta Agenda, que es un poco más grande que la anterior, pues ya las páginas de la anterior se me hacían un poco pequeñas.
Me levanté muy lleno del Espíritu Santo, pero a media mañana me llamó Sylvia Regina y me dijo, enfrente de Lex y Luis Eduardo “mis ahijados”, que ellos se habían sentido molestos porque no dejé que Roberto Adriano durmiera con ellos en el cuarto. Me comencé a sentir bien triste por el malentendido y de repente, el gozo que estaba sintiendo todos estos días se me empezó a ir. Les pedí disculpas, pues no fue mi intención hacerlos sentir mal en ningún sentido, pero algo me siguió alimentando la tristeza todo el día; aunque le pedía al Espíritu Santo que me ayudara con ellos, para que no se sintieran mal.
Fuimos a Costa Azul a casa de Lico y Maria Isabel, a ver a doña Sylvia mi suegra y Carlos y Eduardo mis cuñados, con sus familias. Todo el día me seguí sintiendo triste y sin el gozo que sentía en estos últimos días.
A las 6 pm fuimos a misa a Acajutla e igualmente, me seguí sintiendo triste por el incidente, aunque varias veces durante el día, les pedí que me disculparan, pero la tristeza continuó.
Jueves 2 de Enero de 2003
Cuarto Día de la Decena al Espíritu Santo
Amanecimos en El Flor, sólo con Sylvia Regina y Roberto Adriano y di gracias a Dios por permitirnos darnos ese lujo, pues pasamos sólo los tres solos durante la noche y aunque las niñas ya se habían venido, sentí un regalo muy especial que Dios nos daba.
Le di gracias a Dios cuando nos veníamos, pero curiosamente, el incidente con los ahijados no me deja sentir el gozo en el Espíritu Santo que había estado sintiendo.
Todo el día he pasado triste por esto, Lex llegó a la oficina en la tarde y algo sentí que mejoró mi estado de ánimo, pues fue una reunión muy positiva; pero desgraciadamente él ya se va y no sé si vamos a tener tiempo de corregir los efectos del incidente. Le pido al Espíritu Santo que me ayude e ilumine.
Fui a misa a la Transfiguración y le pedí al Espíritu Santo que regrese a mí y no me deje.
Hoy terminé de leer el libro de “Los Dones del Espíritu Santo” y siento que no tengo ninguno, pero estoy pidiéndole al Espíritu Santo que aunque sea uno me dé; pues quiero estar cerca de Él.
Viernes 3 de Enero de 2003
Quinto Día de la Decena al Espíritu Santo
Hoy me levanté tarde, oré mucho en la mañana, pidiéndole al Espíritu Santo que regrese a mí y me dé paz. En la oficina vimos las alternativas cerrando Merliot y todo parece que es lo mejor, pero algo me pasó que no me sentí a gusto o en paz haciéndolo y me pregunté si eso es lo que quiere Dios. Le pido al Espíritu Santo que nos ilumine.
Fuimos a misa a Santa Elena y Sylvia Regina estaba molesta por algo. Después nos tomamos la foto de la familia en casa de Carmen Elena y todo el día me he sentido lejos del Espíritu Santo y me pregunto: ¿por qué?
Durante la misa le pedía al Espíritu Santo que no me deje y que me dé entendimiento de si he cometido algún pecado. Me han venido a la mente todas las lecturas que dicen que para llenarse del Espíritu Santo, hay que estar libre del mínimo pecado y comienzo a sentir la necesidad de confesarme más seguido; recordando lo que me dijo el Padre en el Retiro, que los santos se confesaban cada tres días y que entre más santo se es, más deseos de confesarse dan.
Sábado 4 y domingo 5 de Enero de 2003
Séptimo y Sexto Día de la Decena al Espíritu Santo
El sábado amanecí igual, sin rumbo, no sabía que hacer, pues nada me llenaba o satisfacía. Definitivamente no quería ir a los almacenes, pues siento como un temor de las decisiones que hay que tomar. Le pido a Dios que me dé fuerzas para tomarlas.
Por la tarde nos fuimos a Coatepeque y en la mañana Dios nos bendijo y fuimos toda la familia a Price Smart, teníamos tiempo de no salir todos juntos.
En Coatepeque, lo único que quería era estar solo, para leer el libro de “El Sermón de la Montaña”, pues siento un deseo o sed de leer La Biblia y sobre La Palabra, inmenso.
Por la noche me senté a platicar con Eduardo, mi cuñado y le conté todo mi testimonio y la llamada del Espíritu Santo. Me sentí contento de hacerlo y con un gran gozo de contarlo.
El domingo fue igual, pues sólo quería pasar leyendo, pero algo sentía que no siento el gozo del Espíritu Santo y me sentía triste, aunque alabando a Dios por todas las bendiciones de poder tener ese lugar y estar disfrutando con todos.
Al regreso rezamos el Rosario y fuimos a misa a Cristo Redentor, por alguna razón no me siento lleno del Espíritu Santo y me siento triste. Me acosté pidiéndole al Espíritu Santo: “Ven, Espíritu Santo”, “Ven, Señor Jesús”.
"Amar a Dios es don de Dios."
ResponderEliminarSan Agustín.