Todos reconocemos que el reciente triunfo, de un cuarto lugar a nivel mundial, de nuestra “Selecta Playera”, hizo levantar el orgullo patriótico de todos los salvadoreños a niveles a que ya casi se nos habían olvidado.
Nos unimos a las felicitaciones a este grupo de aguerridos y talentosos jugadores que supieron poner muy en alto nuestros colores patrios. Sin embargo, esto no fue lo mas valioso que lograron, lo más importante fue recordarnos a todos los salvadoreños de nuestros valores innatos, como son: el patriotismo, la moralidad, el civismo, el respeto mutuo, la dedicación al trabajo, la honestidad y la humildad. Que ejemplo mas grande nos han dado de esta última, al verlos a todos regresar a sus humildes hogares, sin dejar que el éxito logrado los haya hecho olvidarse de sus raíces familiares y del amor y respeto al lugar que los vio nacer.
Su estoico ejemplo nos hace recordar “El Manifiesto Salvadoreño”, el cual fue una propuesta de ANEP a la nación, allá en 1996. El documento comienza planteando que: “El Salvador es uno de los países mas ricos de América Latina, tal vez del mundo. Tenemos la suerte de poseer un recurso que vale más que el petróleo: el de contar con más de cinco millones de salvadoreños. La gente es el gran recurso económico del siglo XXI –el capital humano- y la nuestra es poseedora de un extraordinario espíritu emprendedor, de una gran vocación hacia el trabajo, de una voluntad inquebrantable” y ahora estos humildes, pero heroicos salvadoreños nos están recordando que, haciendo uso de estos valores innatos en todos los salvadoreños, ellos han sido capaces de triunfar en un escenario de nivel mundial; pero por sobre todo de unir a todos los salvadoreños en un ideal común, desarrollando esa unidad y fuerza tan necesaria como para que un país democrático pueda alcanzar su desarrollo, tal y como lo plantea el documento en mención en su página 19, donde dice: “donde la aplicación de la justicia prevalezca sobre los intereses particulares y fundamentado en valores éticos y morales”.
El documento plantea que para aspirar a ser un país del Primer Mundo antes del 2020, El Salvador de ese entonces debe superar cuatro grandes retos y que son: a) Crecer en base al ahorro interno, b) Hacer frente al gasto social, con responsabilidad fiscal, c) Preparar a nuestra gente e infraestructura para competir a nivel mundial y d) Hacer lo anterior, pero hacerlo en democracia.
Más de quince años después, rápidamente podemos hacer un conteo del estado actual de dichos retos y es muy fácil concluir que muy poco se ha realizado en cualquiera de ellos. Para el caso, si bien hemos crecido desde aquel entonces, el crecimiento ha sido pobre y se ha basado primordialmente en las remesas de los salvadoreños en el exterior; lo cual ha desintegrado la mayoría de nuestras familias, contribuyendo a deteriorar nuestros valores éticos y morales. Por el otro lado, si bien el ahorro interno ha crecido, este se ha usado en su mayor parte para financiar el gasto corriente de gobiernos cada vez de mayor tamaño.
Si bien el gasto social se ha incrementado, este todavía se encuentra muy por debajo de lo deseable y esto no se ha hecho con responsabilidad fiscal, sino a base incrementar el endeudamiento del gobierno; lo cual ahora amenaza la estabilidad económica.
En cuanto a la globalización, a la mayoría de sectores (no todos) se les obligó a competir a nivel mundial, pero los gobiernos no hicieron su parte correspondiente en preparar el recurso humano e infraestructura necesaria, tal y como lo estipula el documento. Es por esto que la mayoría de las empresas no han podido subsistir y han subsistido solo aquellas que han tenido los recursos propios para acoplarse a esta nueva realidad, lo cual ha colaborado a concentrar más el ingreso. Como resultado de esto, miles de familias han salido afectadas, lo cual ha generado una mayor emigración, en busca del sustento necesario.
Para aspirar a ser un país de Primer Mundo, el documento plantea que necesitamos una educación de Primer Mundo y por tanto, cuando menos después de quince años, ya deberíamos tener escuelas y profesores de Primer Mundo, lo cual todavía está muy lejos de lograrse. Lo mínimo sería que la mayoría de nuestros jóvenes ya debieran ser fluidos en inglés o sea, los miembros de la “Selecta Playera” debieran haber tenido esta ventaja, al viajar a Europa.
Independientemente que no hayamos superado los retos planteados en “El Manifiesto Salvadoreño”, lo que los jugadores de nuestra “Selecta Playera” nos han venido a recordar es, cuales son los valores imprescindibles que deben existir en nuestra sociedad para alcanzar el desarrollo económico, social y cultural, dentro de este ambiente democrático que todos los salvadoreños queremos seguir construyendo; tal y como lo expresa el documento.
Para superar este ciclo vicioso de polarización en que nos encontramos y que cada día nos aleja mas del bienestar de la mayoría de salvadoreños, lo que debemos aprender es a exigir a nuestros dirigentes políticos que estos mismos valores deben también privilegiarse en todas sus actuaciones, como única forma de lograr nuestra paz social. Es en estos líderes en quienes primordialmente recae la responsabilidad de que algún día podamos obtener, aunque sea “una mención honorífica”, pero ya en el escenario económico y social de los países desarrollados del Primer Mundo; como ahora ya lo ha hecho nuestra “Selecta Playera” en el campo deportivo, a base de priorizar estos valores éticos y morales en todo su proceder.
"Bienaventurados los corazones flexibles, porque no se romperán jamás."
ResponderEliminarSan Francisco de Sales.