Lunes 9 de Junio de 2003
Hoy fue un día que me sentí algo desconsolado, pues no supimos nada del Banco y ya las necesidades de fondos de la empresa son apremiantes. Además, todos se sienten bastante sin esperanza y ya no tengo más que decirles; solo hablarles de mi confianza en Dios, que de alguna forma nos va a sacar adelante.
Sinceramente, hoy no me sentí seguro si Dios quiere que “Schwartz” salga adelante y está pesando en alguna otra forma.
En el Santísimo le pedía que me diera fuerzas para aceptar su voluntad y comprenderla.
Por la noche, rezando el rosario sentí temor que la voluntad del Señor sea que cerremos Schwartz y que no va a hacer que el Banco nos ayude.
Sentí temor y le pedía que me diera fuerzas para aceptar su voluntad, pero a la misma vez, como que Él mismo me decía que no me preocupara y que confiara en Él.
Me sentía bastante deprimido, pues ya viene todo lo de la boda de Ariana y a lo mejor vamos a estar teniendo que lidiar con el cierre de Schwartz a la misma vez.
Señor, dame fuerzas. ¡Ten misericordia de nosotros!
Martes 10 de Junio de 2003
Hoy comencé una Novena al Niño Jesús,
por la salud de mi mamá.
Hoy pasé un día bien preocupado, pues me llamó el ejecutivo del Banco y me dijo que el punto nuestro iba a la Junta del miércoles, pero que veía bien difícil que lo aprobaran; que había visto el tema en el Comité y que un director me iba a hablar.
Me sentí bien desconsolado. Fui a misa solo, pues Sylvia Regina no podía ir y me senté en el Santísimo a pedirle que me diera fuerza para aceptar su voluntad y que no comprendía por qué es que nos había llevado hasta aquí, si al último momento no nos iba a sacar adelante; que me ayudara a comprender esto, pero que si esa era su voluntad que la aceptaba.
Me sentía devastado y así nos fuimos a la reunión de “Encuentros”, que por alguna coincidencia se había cambiado para martes, ya que son siempre los lunes o sea ayer. Leímos la carta de San Juan 3, 11-18, estos eran los mismos versículos en que yo había terminado de leer la carta la semana pasada y el Espíritu Santo me hizo contarles a todos los del grupo la decisión tan importante que iba a haber mañana y por lo que estábamos pasando y les pedí sus oraciones.
Antes de irnos, Sylvia Regina me comentó que debíamos pedir que rezaran por nosotros, pues la intercesión de alguien más es valiosísima. La reacción del grupo me impresionó mucho y todos nos dijeron que iban a rezar porque saliera todo bien. Violeta me preguntó que si yo oraba pidiéndole al Señor específicamente y que si no, que lo hiciera así, pues a Él le gustaba que fuéramos empecinados y específicos, que por eso le preguntó al ciego “¿y tú que quieres? aunque Él ya sabía que el ciego lo que quería era ver; pero aún así le preguntó.
Acabo de sentir cómo el Espíritu Santo me iluminó para comprender el porqué Jesús le preguntó al ciego, aunque ya sabía que iba a contestar y es para que diera testimonio de su oración y los demás supieran de su plegaria; lo mismo nos pide a cada uno de nosotros, aunque El ya sabe que es lo que queremos.
Miércoles 11 de Junio de 2003
Hoy amanecí temprano con una llamada de mi mamá, que había oído mi mensaje de ayer y creo que le sirvió de mucho. Estaba hablando con ella cuando me llamó Claudia, nuestra animadora del grupo de “Encuentros”. Habló con Sylvia Regina que era para decirme que leyera el Salmo 37, pues no pude hablar con ella ya que estaba hablando con mi mamá. Cuando regresé al baño, que es nuestro lugar de oración y leí el Salmo me puse a llorar, pues sentí un gran amor de parte del Espíritu Santo y todas las personas que estaban rezando por nosotros. Sentí que todo iba a salir bien y que Jesús nos decía: “No se preocupen, Yo estoy con ustedes”.
Me fui a la oficina y recibí la llamada del director del Banco, que quería hablar conmigo y sentí el poder de la oración de todos y que era su intercesión obrando. Me reuní con él en su oficina y la reunión fue sumamente positiva y estoy seguro que enviada por Dios.
Después pasé al Santísimo para agradecerle todas sus bendiciones y pedirle que nos aprobaran el crédito. También ahí me iluminó el Espíritu Santo que eso era lo que convenía, para beneficio de toda la familia y que sigamos acercándonos a Él, para que pueda dar testimonio, no sólo a los del grupo de “Encuentros”, sino a todo el mundo y para los empleados, proveedores y accionistas. Me sentí bendecido por el Espíritu Santo, pidiéndole que me dé fortaleza para aceptar y comprender cualquier resultado que salga.
Jueves 12 de Junio de 2003
Hoy pasé un día bien desconsolador, sólo esperando la resolución del Banco. El ejecutivo no me recibía las llamadas, le hablé al director y tampoco. En todo el día no logré averiguar que habían resuelto. Mi única confianza es Jesús y que Él haya obrado en toda la Junta Directiva, para que cambien de actitud y tengan un poco de misericordia hacia las necesidades de las personas.
Nos reunimos a mediodía en nuestra Junta Directiva y todo fue muy positivo. Estábamos en la Junta cuando nos llamó mi hermana María Antonieta, para informarnos que mi mamá está bastante mal, que el cáncer ha avanzado y que hay que darle quimioterapia, si no es cuestión de meses para que fallezca. También nos dijo que si se aplicaba un buen tratamiento hay un 80% de posibilidad de que se salve, en personas de su edad.
Siento que Dios me está dando la confianza de sentir que todo va a salir bien.
Fuimos a hablar con mi papá para darle la noticia y él se sintió bastante mal y no quiere que mi mamá se haga el tratamiento en Houston, pues no se quiere quedar solo. El También, por su edad, siente que se pude morir en cualquier momento y no quiere estar lejos de mi mamá, si esto sucede. Me dió mucho pesar oírlo decir eso… mi única fortaleza y consuelo es el Espíritu Santo.
¡Jesús en Ti confío! Es lo que me da fortaleza para soportar todo esto, siento una cruz bien pesada, pero a la vez a Jesús ayudándome a llevarla.
Viernes 13 de Junio de 2003
Hoy me levanté desconsolado, confiado en Dios y deseando que el Banco mejor no hubiera visto lo del crédito todavía, pues no se si pudiera soportar una noticia negativa. Le hablé al ejecutivo y no me recibió la llamada. Después me habló Sylvia Regina para contarme que le habían hablado del Sherpas, que Roberto Adriano se había golpeado el hombro y había que irlo a recoger. Salí inmediatamente, deseperado y lo llevamos donde el Doctor. Me partía el alma verlo adolorido. Resultó que se había quebrado la clavícula y tenía un gran dolor.
Estábamos en el hospital cuando me llamó el ejecutivo del Banco para decirme que el crédito no lo habían aprobado. En el fondo sabía que iba a ser así. Inmediatamente me iluminó el Espíritu Santo de pedirle cita a otros dos Bancos, los dos me salieron positivos y se abrió una nueva posibilidad, más bien una “nueva esperanza” que alguno de ellos nos dé el financiamiento. Pude sentir la acción del Espíritu Santo en todos ellos y en mí, al iluminarme y darme la sabiduría de saber que plantearles.
Le di gracias a Dios por iluminarme a comprender cuál es Su voluntad y aceptarla.
Sábado 14 y domingo 15 de Junio de 2003
A pesar de todos los problemas, hoy además viendo a Roberto Adriano adolorido y sufriendo, sentía la fuerza y paz del Espíritu Santo. Me puse a leer el libro “Muéstrame Tu Rostro” y comprendí el efecto multiplicador de la oración, que entre más se ora, más se quiere orar y estar en la presencia del Señor dialogando con Él. El libro dice que llega un momento cuando hasta le dan ganas a uno de levantarse temprano para estar con Él y es así como me siento. Además, el Espíritu Santo me llevó a comprender el misterio de porqué Jesús dijo entre sus últimas palabras: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, que es algo que andaba queriendo averiguar desde hace bastante tiempo.
El Espíritu Santo me hizo comprender el misterio del “Silencio de Dios” y como a veces nos parece que Dios se nos esconde o no lo vemos, ni sentimos; pero eso no quiere decir que Él no está ahí con nosotros, sufriendo igualmente. Son momentos de prueba que ayudan a nuestra santificación y al “Plan de Dios” (que es nuestra salvación y la de los que están a nuestro alrededor).
Comprendí que eso es lo que Jesucristo sintió en aquel momento de tanto sufrimiento físico y que llega a dominar su Divinidad y llegar a sentir lo que a veces sentimos todos los humanos que es “el silencio de Dios”; sin embargo, también comprendí la importancia de depositarse en sus manos, aún en esos momentos de incomprensión y seguros que Él está ahí con nosotros, pues las siguientes palabras de Jesús fueron: “En Tus manos encomiendo mi espíritu”, que es el total abandono a la voluntad de Dios, nuestro Padre.
"Todas nuestras obras, aunque sean lo más importante que podamos hacer, no son nada delante de Dios; porque en ellas no le podemos dar nada, ni cumplir su deseo, el cual solo es de engrandecer nuestra alma."
ResponderEliminarSan Juan de la Cruz