GRACIAS POR EL "PARQUE DEL BICENTENARIO"

Uno de los derechos humanos fundamentales del hombre es el derecho al “sano esparcimiento”.  Sin él, la vida pierde su sentido, tal y como mejor se entiende cuando carecemos de la vida misma o de una vivienda, que son otros de los derechos humanos fundamentales.

Las ciudades más lindas del mundo, como París, Londres, Washington, etc., se caracterizan por sus grandes parques y plazas al aire libre.  Nos podríamos preguntar y ¿De adonde surge esta necesidad de hacer estas ciudades tan lindas y llenas de tantas áreas verdes?  La respuesta es que precisamente fueron así diseñadas por sus dirigentes, para de esa forma satisfacer a sus habitantes de ese derecho que tienen de poder gozar, el mayor tiempo posible, de un “sano esparcimiento” y no hay esparcimiento más sano que el estar en contacto con la misma naturaleza, que es el regalo que Dios nos dio para gozar de un esparcimiento  en forma gratuita y para el uso de todos, por igual.

Siempre hemos lamentado la falta de visión que se tuvo en el momento de diseñar y construir la hoy tan importante arteria se la ciudad, como lo es la Avenida Jerusalén.

La ciudad de San Salvador se hubiera embellecido tanto y sus habitantes hubieran podido tener una plaza de esparcimiento tan preciosa, si nuestros dirigentes de aquel entonces, al momento de construirla hubieran tenido la visión de haberle dejado, entre ambos carriles de ida y venida, un área verde con un ancho suficiente como para que se hubiera podido hacer un parque donde todas las familias pudieran ir a caminar y pasar un rato agradable; solo caminando o viendo a sus hijos correr de un lado al otro, en un espacio al aire libre amplio y seguro.

Hace unos días muchos salvadoreños tuvimos la oportunidad de ir, con toda nuestra familia, a visitar, conocer y caminar el recién inaugurado “Parque del Bicentenario”.  Ahora, todos los salvadoreños debemos sentirnos orgullosos por contar con este parque tan precioso y que si bien su belleza no se puede apreciar desde afuera, sino que hay que entrar en él para disfrutarla; nuestra ciudad cuenta ahora con un parque ecológico como muy pocos existen en el mundo.

Nos podríamos preguntar ¿Por qué gastar tanto dinero, habiendo otras necesidades tan grandes, como es el control de la violencia?  Sin embargo, uno de los detonantes más importantes de la delincuencia es el haber sido criado en un ambiente de violencia familiar, donde padre y madre se pelean enfrente de sus hijos.  Otro, el “ocio”, donde la mente de una persona o joven, que a lo mejor no conoció el amor de un hogar, ahora no tiene nada que hacer y nada que perder… ni un empleo, ni un deporte, ni siquiera un parque a donde irse a sentar al aire libre, sin que le cueste dinero.  En ese ambiente de limitación, lo único que encuentra factible para poder escapar de esa realidad es cometer algún hecho delictivo para poder “tener” algo; pues, inclusive, no posee ni su propio derecho a poder sentarse a contemplar el mismo regalo que Dios nos dio, a todos o sea la naturaleza.

Para los dos grandes detonantes de la violencia mencionados anteriormente, un parque como el que ahora tenemos la dicha de contar con él, es un excelente antídoto.  Un matrimonio siempre será menos propenso a la violencia, después de haber estado en contacto con la naturaleza y una persona, sobretodo un joven, que no tiene nada que hacer, siempre encontrará una entretención para su mente el poder visitar un parque y deleitarse de la magnificencia de la creación de Dios.

Es por esto que debemos agradecer a nuestros actuales alcaldes, el habernos entregado este precioso “Parque del Bicentenario”, pues ellos han tenido la visión de que esta es una de las mejores formas de contrarrestar uno de los problemas más grandes que actualmente nos aquejan, como es la delincuencia y que por supuesto, al ir desarrollando sus siguientes etapas, este irá contribuyendo de mejor forma y hará  que cada día se reduzca más.

Felicidades salvadoreños y que el nuevo parque nos sirva de lugar de unión y de encontrar la paz interna, que tanto necesitamos.