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Canonización de Monseñor Romero

domingo, 8 de enero de 2012

NO SON LAS PERSONAS, SINO LAS INSTITUCIONES


Todavía recordamos algunos cuando se explicaba, después de la firma de los acuerdos de paz, cuales iban a ser los lineamientos bajo los cuales se habría de constituir la nueva “Policía Nacional Civil” y desde entonces se comentaba que no era la mejor forma de organizarla.

Después de esto han pasado ya casi veinte años, varios Directores de la institución e igual número de Ministros de Seguridad y varios presidentes de la república.  En todo este tiempo, la violencia no solo no se ha controlado, sino que su incremento ha sido constante y desgraciadamente hemos pasado ya a ser el país mas violento del mundo.  Con tantas personas que se han encargado de la seguridad del país desde entonces, sería muy aventurado pensar que esto se debe a que todas ellas no han tenido la capacidad para controlar este flagelo; pues al contrario, es indudable que por todos esos puestos han pasado personas de mucha capacidad y sobrada experiencia.

Debido a lo anterior, la solución a la delincuencia no debemos de seguirla fincando  solamente en encontrar a las personas mas calificadas para puestos específicos, sino que lo que debemos de comprender, realizar y aceptar es que al igual que muchos problemas de nuestro querido país, los problemas relacionados con la violencia son ya de tal magnitud, que rebasan las capacidades de cualquier persona o personas que se puedan nombrar como encargadas y debido a su complejidad, no solo se requiere de las personas mas idóneas, sino que además hay que comenzar a “reinventar” la mayoría de instituciones involucradas.

Luego, por muy capaz que sea la nueva persona nombrada como Ministro de Seguridad, no se debe caer en el error de pretender que solamente por este cambio la violencia se va a terminar.  Como ya lo dijo el mismo ministro recién nombrado: “yo no puedo hacer milagros” y esa es la actitud correcta de asumir, pues el problema ya rebasa su mismo campo de acción y requiere la colaboración de otras instancias y de las cuales el Ministerio de Seguridad como tal, no tiene ninguna ingerencia.

De ahí que, para controlar la violencia, lo que realmente necesita nuestro querido país es una reestructuración de la mayoría de las instituciones de gobierno, para volverlas más eficientes y adecuarlas a la nueva realidad mundial, donde cada día más las barreras de protección y competencia entre los distintos países van disminuyendo, debido a los avances acelerados de la tecnología moderna y donde las ventajas y desventajas relativas tienden a volverse las mismas y por ende si no nos acoplamos a esta nueva realidad, vamos a terminar volviéndonos los “vecinos pobres del vecindario” de Centro América.

Comenzando por lo más importante, pero que tiene que ver con la misma seguridad, deberíamos de preguntarnos si la actual organización del gobierno central es la adecuada para estos momentos modernos.  Lo que es evidente es que la actual organización del gobierno, aparte de eliminar o adicionar algunos ministerios en algunas recientes administraciones, tiene ya varias décadas de existencia y esto vuelve necesario el que se modernice esta estructura y “forma de hacer gobierno”; buscando reformarlo para incorporarle conceptos modernos de administración, entre los cuales destaca el que la toma de decisiones debe hacerse a los más bajos niveles posibles; en sustitución a como es en la actualidad, que la mayoría de decisiones tienen que ser tomadas por un “Consejo de Ministros”; entiéndase “El Presidente”.

En el campo de la seguridad pública, ¿Será el momento de evaluar si este control en las ciudades se traspasa mejor a las municipalidades, como ya lo es en varios países desarrollados; en lugar de depender solo de “una” institución responsable a nivel nacional?

¿Será, también, el momento de preguntarnos si la misión del ejército debe reformarse y en vez de estar discutiendo sobre si es conveniente o no su participación activa en el control de la seguridad, mejor cambiar completamente su misión y dedicar toda sus actividades para volverla una institución especializada en el control del narcotráfico y todas sus derivaciones; que indudablemente afectan el nivel de violencia en nuestro país?

¿Será conveniente que todos los ministros y viceministros tengan que ser ratificados por la Asamblea Legislativa, como lo es en muchos países democráticos, de forma que obedezcan más bien a un mandato popular y no solamente del Presidente o del partido político a que pertenecen?

Estas y muchas mas son algunas de las preguntas que necesitamos hacernos con relación a la necesidad de modernizar la mayoría de nuestras instituciones.  Pero, por sobretodo, sobre estas posibles reformas debe existir una discusión amplia a nivel nacional que permita llegar a las decisiones correctas, para que nuestra incipiente democracia pueda tener una nueva oportunidad de consolidarse.  Sin embargo, ante todo y antes de esto, lo que nuestro país necesita es un nuevo liderazgo político, con personas con valores bien cimentados de honestidad, moralidad y patriotismo, independientemente a que partido político pertenezcan, los cuales puedan iniciar esta discusión tan necesaria de reformas constitucionales y que como resultado, nuestros jóvenes puedan volver a tener una esperanza sobre su futuro y quieran prepararse para aprovecharlo; en lugar de mejor dedicarse a delinquir en la búsqueda de solo aprovechar un presente, pues de todas formas el futuro solo puede ser peor.






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