La forma inconsecuente y sin mayores explicaciones, en que inicialmente se aprobó y luego se derogó el Decreto Legislativo 743, ahora ya en el olvido, nos debe hacer reflexionar sobre si verdaderamente estamos en un país suficientemente democrático; como para que esta no tenga posibilidad alguna de perderse en el futuro; pero por sobretodo, que sea capaz de satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de salvadoreños. ¿Qué opina usted?
Con el reciente conflicto del Decreto 743, pareciera que se aplica aquella sabia enseñanza, que: “si fue un error meter un clavo, el error no necesariamente se soluciona solo “sacando el clavo”; pues el hoyo siempre queda en la pared y para que todo continúe como comenzó, hay que cerrar el hoyo”.
Esta es la impresión que ha quedado con la derogación del Decreto 743, es decir, con su aprobación nuestro país se dio cuenta que el “andamiaje institucional” de nuestra incipiente democracia es sumamente débil. A la vez, todos estamos concientes que con su derogación, el problema de la falta de una institucionalidad adecuada no se ha resuelto; pues las instituciones y mas importante aún, “las actitudes” de muchos dirigentes políticos, sigue siendo la misma.
Es conveniente elevar a la discusión nacional esto de “las actitudes” de la mayoría de los actuales dirigentes políticos, pues pareciera que estos se encuentran muy conformes con el solo hecho de haber “sacado el clavo”, derogando el referido decreto, pero no se han preocupado de “cerrar el hoyo”. Es decir, amparados en el concepto de “democracia”, pareciera que todo se justifica con el hecho de que en una democracia “la mayoría gana”; lo cual si bien es correcto, esta actitud es lo que históricamente nos ha llevado a los actuales niveles de polarización y la cual, ya es evidente, que la mayoría de los salvadoreños la rechaza.
Si bien en una democracia “la mayoría gana”, el verdadero concepto de democracia comprende algo mucho mas complejo que esto y por tanto, si queremos “exigir” esta complejidad, debemos comenzar a plantear a los actuales dirigentes de los partidos políticos, que a nuestra actual democracia se le debe poner un “apellido”; que complemente el verdadero concepto del “tipo” de democracia que queremos.
Pudiéramos enumerar cientos de ejemplos en relación a como prevalece el concepto de simple “Democracia” en las actuales actitudes de la mayoría de nuestros dirigentes, pero quizás uno de los mas evidentes y no necesariamente de los mas graves, es lo que hacen muchos alcaldes en cuanto a pintar la infraestructura de sus municipios, vehículos, etc. con los colores del partido político a que pertenecen; sin importarles el hecho de que a lo mejor han ganado la alcaldía con un porcentaje minoritario de votos y la mayoría de la población de su municipio pudiera ser de los otros partidos, en su conjunto. Esto además, sin importarles que su período es de solamente tres años y que por tanto el dueño de las posesiones municipales no es el Consejo Municipal actual, sino la población misma.
Solidaridad significa, “adherirse a las necesidades e intereses de los otros” o sea los que no votaron por mí. Para comenzar a solucionar los problemas de las grandes mayorías, nuestro querido país necesita pasar de una simple “democracia” o sea aquella en que las acciones de los funcionarios que tienen la mayoría de votos no toma en cuenta la opinión de los que no votaron por ellos, a una “democracia solidaria”, es decir, aquella en que los funcionarios, independientemente de tener la mayoría de los votos de una acción determinada, son solidarios con los intereses y forma de pensar de las personas que no votaron por ellos y por tanto sus acciones obedecen también a estos intereses.
Para comenzar a solucionar los problemas de las grandes mayorías, nuestro querido país necesita pasar de una simple “democracia”, a una “democracia solidaria”.
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